Gustave Courbet. Óleo sobre lienzo, 46 x 55 cm. Museo d' Orsay, París. Francia
El cuadro que se convirtió en una novela
El cuadro que se convirtió en una novela
Bernard Teyss-edre publica Le roman de l'origine (La novela del origen), un relato de 420 páginas protagonizado por la pintura de Courbet. Todo arranca cuando Jalil-Bey, embajador turco en Paris, visita, en 1866, el taller del artista. Quiere comprar una tela escandalosa, Vénus et Psyché, pero ésta ya tiene propietario. Pide una copia, pero Courbet propone a cambio Les dormeuses, también de tema lésbico. Jalil-Bey logra que le regalen, sin que conste en la factura de 25.000 francos, un pequeño cuadro de 55 por 46 centímetros que reproduce el vientre de una mujer o, más concretamente, unas caderas y un pubis en el centro, los muslos en la parte inferior y el vientre y el torso, incluidos los pechos, en la superior. En el cuarto de baño del embajador, detrás de un cortinaje verde, quedará oculto el cuadro sin nombre ni firma.
En 1868 el courbet pasa a manos de Jean Baptiste Faure, barítono de la ópera de París. Ahora el cuadro se esconde detrás de un paisaje nevado, obra del propio Courbet. Son pocos los que lo han visto, pero ha generado ya suficiente literatura, desde versos de Gautier hasta esa constatación de Edmond de Goncourt: "Un vientre tan bello como la carne de un correggio". Pero a la esposa del cantante no le gusta el tiempo que su marido pierde ante la tela, ni las risas de los amigos privilegiados que la descubren. En 1888, la pintura aun innominada está en posesión de un marchante, De la Narde, que la exhibe en la trastienda sólo a clientes de confianza. Hasta 1912 nada se sabe del cuadro, del que se rumorea que pudo haber pertenecido a un gobernador civil puritano y pervertido, a un ginecólogo que lo utilizaba como reclamo o a un burdel. Sea cual sea la verdad, en 1912 una galería prestigiosa compra la tela a una tal señorita Vial.
La carrera internacional comienza cuando François de Hatvany, un coleccionista de Budapest, se lleva el courbet a su ciudad. En 1935, Charles Léger, especialista en Courbet, se refiere por primera vez a la obra como L'origine du monde. En marzo de 1944 los nazis destituyen a Hodhy, su cómplice en Hungría. L' origine du monde es robado por el ejército de ocupación y Bernard de Teyss-edre propone las dudas del coronel Schweinkopf, que sopesa el pro -el pintor era ario, despreciaba a los burgueses, pintaba bien y era atlético- y el contra -participó en la Comuna, simpatizaba con los anarquistas y probablemente era de moral abyecta-. La razón determinante es una estimación rápida del propio Hatvany: vale 300.000 dólares. Pero tanta vacilación da tiempo a que llegue el Ejército Rojo y a que el coronel Tatastrov aplique las normas del realismo socialista: ¿acaso las mujeres socialistas no tienen vientre?; ¿acaso liberar el desnudo de retórica no es tarea de los ingenieros de almas?; ¿acaso ése no es un vientre feliz, de una estajanovista capaz de parir cantando?. Las respuestas fueron positivas y el cuadro se salvó.
En 1955, Sylvia Lacan, la protagonista de La regla del juego, de Renoir, le pide a su marido, psicoanalista, que le regale L'origine du monde: por 1.500.000 francos el cuadro es suyo. Pero descubre que crea problemas: "Los vecinos y la mujer de la limpieza no lo comprenderían". El cuñado, André Masson, hará una nueva obra para esconder la de Courbet, un desnudo abstracto.
El sexo de Joanna Hiffernan, la pelirroja amante de Courbet, sirvió durante años de motor de las cogitaciones de Lacan sobre las diferencias "entre el objeto de la pulsión, del fantasma y del deseo" o de sus conversaciones con Heidegger sobre "lo real, la verdad y lo auténtico", para concluir que "la mirada es la erección del ojo". En 1967, el sexólogo Zwang publica la primera foto de la obra. En 1977, por primera vez, la pintura es reproducida en un libro de arte. En 1988, el cuadro cuelga, también por vez primera, de las paredes de un museo: The Brooklyn Museum of Art. En 1994, Jacques Henric publica la novela Adoratíons perpétuelles, cuya cubierta reproduce la tela y lleva al secuestro del libro. El 26 de junio de 1995, el ministro de Cultura, Douste-Blazy, hace el discurso de ingreso de la tela en las colecciones nacionales. Evita ser fotografiado junto a ella y en su discurso se sirve de opiniones ilustres. No citó, sin embargo, la frase flaubertiana de Courbet: "El coño soy yo".
Texto: Octavi Martí en El País Semanal
Fuente: http://www.fisterra.com/human/3arte/pintura/origen_del_mundo.asp
2 comentarios:
Tanto lío por una concha ... ;-)
Pues imagínate como va el mundo, si para exponer un cuadro como este tuvimos que esperar hasta hace poco (1995), cuánto tiempo necesitaremos para que se entienda el BDSM.
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